La anomia, como la falta de normas o la incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos lo necesario para lograr las metas de la sociedad, en marca una realidad que para mi no es ajena, ya que desde una forma indirecta me ha tocado vivir en diferentes escenarios de vida.
A lo largo de estos 22 años de vida, he podido conocer la realidad de la anomia en varios aspectos, por ejemplo uno cercano al encontrar las realidades de vivir en aquellos lugares marginados y casi abandonados por los gobernantes, donde es claro que las personas que habitan estas comunidades desempeñan unos roles vinculados con la ausencia de normas, ya que la falta de igualdad de oportunidades sociales para avanzar a los siguiente escalones de nuevos bienes culturales, religiosos o societarios de desarrollo limitan su actuar en acciones propias como la delincuencia, prostitución, narcotráfico y otras cuestiones de este aspecto de la ilegalidad.
Pero ese escenario no es el único que me ha tocado vivir, son muchos otros los que compartimos los colombianos por ejemplo la anomia con la forma algunos cuidadanos con cierta naturalidad evaden las responsabilidades cívicas (pago de impuestos, por ejemplo), la forma en que se contamina el ambiente, la corrupción, la violencia, la imposibilidad por nuestra sociedad de hacer valer el Estado democrático de Derecho, o de sancionar las infracciones de las convenciones e ideales sociales que rigen este pais son formas de anomia, y estos testimonios son todos de una sociedad abrazada a la ilegalidad entendida como falta de respeto a las normas.
Es pues como la anomia no es una concepto de poco contextualizacion, por lo contrario es una cuestión de aspectos de control social y de desviación mas profundos de nuestra sociedad que deja ver esa falta de cumplimiento de las normas específicas o quizás la no vigencia de un marco normativo legal.
